Hay preguntas que nunca olvidarás en la vida, y respuestas que caen como una losa encima de tí, que tienes que saber digerirlas para seguir adelante. Ante la pregunta que le hice al doctor Méndez, de volveré a caminar la respuesta fue negativa, ante esta situación, mi segunda pregunta descolocó a todos, ¿ puedo volver a nadar ? el médico me miró sorprendido y dijo sí, nada te lo impide.
Cuando uno ha nadado entre islas y descendido ríos, y se ve en una situación como la mía, hay que armarse de “valor” y de “voluntad”, las primeras semanas después del accidente el personal del Hospital me puso los “píes en la tierra” porque muchos de ustedes no paraban de hablar de deporte, de lo que volvería a hacer y de las infinitas opciones para ello.
A mitad de Febrero, tuve mis primeros contactos con la piscina, fueron bastantes desalentadores, gracias a la organización Aspaym, me llevaban desde el Hospital al complejo deportivo de las Rehoyas,para recibir sesiones de Fisioterapia acuática, el primer gesto hizo que me viniese abajo, en el vestuario y falto de equilibrio, fui incapaz de ponerme el gorro de nadador, un gesto cotidiano y que he repetido miles de veces.
Otro momento que me hizo venir abajo, ocurrió varias sesiones después, delante de mi hermana y Silvia, hice un intento de nadar de espaldas, con cinco flotadores, y lo logré a duras penas, la cara de ellas eran un poema, meses antes me habían visto nadar en el Ironman y ahora era incapaz de avanzar tres metros con cinco flotadores.
La situación cada vez la veía más compleja, pero un buen día, vino Pedro Pérez Fleitas y me dijo que haría todo lo posible para que volviese a nadar, y así lo hizo. Me busco un traje hecho a medida en el C.N. Metropole, con el fisioterapeuta Jordi Ulibarri en una primera etapa, para volver a empezar a nadar, y en una segunda etapa con Rodolfo Martín y él para mejorar la técnica y la velocidad.
Empecé en el CN Metropole a principios de Abril, los primeros días fueron muy duros, Jordi no se cansaba de repetir la pregunta ¿quieres nadar? y yo le respondía más ganas que yo por nadar no tiene nadie. Hay que afrontar dicha tarea, siendo consciente de mi grado de lesión, sólo muevo los brazos, tengo los pectorales acortados, y el cuello prácticamente carece de flexibilidad. Tuve que readaptar mi cuerpo a las nuevas circunstancias, reaprender a respirar, a mover y estirar los brazos, a avanzar y aguantar metros. También fue fundamental el trabajo en seco de la fisioterapeuta Elena Medina, mediante la utilización de trx combinado con estiramientos consiguiendo que mis músculos rocosos e inamovibles, volvieran a tener elasticidad y se deslizaran en el agua.
En Junio empecé con Rodolfo Martín a mejorar la técnica, jornadas de 2 a 2:30 horas en piscina y luego gimnasio, hacen que poco a poco vaya mejorando el estilo, nadando de 3 a 4 kms diarios, de lunes a sábado. Esto es sólo el comienzo, ante la frase del entrenador “ todavía te quedan muchos kilómetros para ser nadador” solo queda esforzarse día a día.
Un estímulo fue hacer el triatlón por equipos de Gando, y gracias a mis amigos he podido disfrutar de entrenos en las playas de Gando, Arinaga y Las Canteras, encontrandome poco a poco mejor en el mar.
Cuando un deportista se lesiona de gravedad tiene dos caminos, lamentarse y mirarse sus heridas o ver que puede hacer por volver. Para ello, debes observar la magnitud del obstáculo y ver la cuantía del esfuerzo que debes emplear para superarlo, no volveré a ser el mismo pero cada “paso” que doy lo saboreo como si hubiese llegado el primero. Cada brazada que doy en esta vida, es como volver a empezar con la máxima ilusión recordando todo el camino recorrido y lo que nos queda por vivir.